Hoy me toca empezar el diario de mi viaje por Sudamérica con una semana de retraso pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Llegábamos sobre las nueve de la mañana al aeropuerto de Santiago de Chile después de un vuelo de más de doce horas donde a mi pesar no había podido dormir casi nada.
Por suerte el jetlag no era muy grande ya que entre Chile y Canarias solo habían tres horas de diferencia ,que eran un paseo en bicicleta con las nueve horas que tuve una semana antes con Japón, pero el cuerpo se resiente después de tantas horas.
El control de pasaportes fue bastante rápido y a la entrada nos tocó pasar un control de sanidad como el que se pasa en Australia y Nueva Zelanda para evitar la llegada de plagas.
Una vez recogidas las maletas salimos camino a Santiago para hacer un pequeño city tour para tener un primer contacto con la ciudad con nuestro guía Cristián que era todo un puntal.
Empezamos por el palacio de la moneda que se encuentra en la plaza de la constitución donde se encuentra el Ministerio de Justicia, el de Hacienda y el de Trabajo a su alrededor.
Como todo buen palacio presidencial que se precie contaba con los guardias en los que todo turista no puede perder la oportunidad de hacer las fotos, la verdad es que tiene que ser un trabajo un poco raro ese de estar quieto delante de una puerta mientras decenas de turistas se sacan fotos contigo.
Seguimos nuestro paseo para llegar a la zona financiera de Santiago donde se encuentra la Bolsa de Comercio de Chile fundada en 1893 de la cual depende las pensiones del país.
Al contrarío de lo que pensaba resulta que en Chile el sistema de pensiones no está llevado por el estado con una seguridad social sino que es un sistema privado que depende de las fluctuaciones de la bolsa, es decir que lo que ahorres es lo que vas a tener cuando te toque jubilarte y la ayuda del Estado va a ser algo residual.
Paseamos por la calle Nueva York y aprovechamos para cambiar unos euros a pesos chilenos para llegar al Paseo Ahumada, una rambla peatonal con bastante ambiente que me recuerda a la calle Castillo en Tenerife y a Vegueta en Gran Canaria más que a las calles de Madrid.
Allí paramos en cafe con piernas que es una visita obligada en Santiago de Chile, los cafés con piernas son unas cafeterías sin asientos llevadas por señoritas en falda donde se toma el café de pie… todo lo contrarío del concepto «Starbucks» del sitio donde ir a pasar un rato pero muy curioso y muy tico todo hay que decirlo.
También que comentar que existen unos cafes con piernas un poco más hardcore… vamos a decir no apto para niños pero que en esta ocasión no pude visitar 😛
El ambiente del local me daba reminiscencias a Canarias entre el aspecto de la gente y el acento chileno que se podría decir que es primo hermano del canario, una cosa que me encantó (y que se repetiría en todo el viaje) era el hecho de servir el café con un vaso de agua con gas que tan bien sentaba después de esos cafés tan fueres.
Una vez recuperados del jetlag y la moledera gracias a ese maravilloso capuchino seguimos paseando hasta la Plaza de Armas de Santiago donde tuvimos un rato para explorar la zona aunque el cuerpo no llamaba a caminar hasta la saciedad aproveché para ver con calma la Catedral Metropolitana.
En una capilla aparte se encontraba la virgen del Carmen que a pesar de no tener la costa muy cerca se encontraba allí, supongo que al ser de un sitio de costa siempre es una virgen que me da curiosidad por todos los ritos y el respeto que se le tiene (y se le ha de tener) al mar pero no me pegaba allí.
El confesionario tenía una luz en la parte superior como la farmacia de guardia de la ciudad donde vivo para evitar colas y el rito de la misa era un tanto distinto a la misa que estoy acostumbrado a ver en España pero la verdad es que desgraciadamente no tuve tiempo para meterme un poco más a investigar 🙁
Seguimos paseando un poco por la zona hasta que llegó nuestro transfer para ir al NH Ciudad de Santiago en Recoleta, un hotel que recomiendo encarecidamente.
Un par de horas no me dieron ni para empezar con Santiago de Chile pero era el tiempo que tuve para visitar el centro y como se podrán imaginar el día de llegada de un vuelo de doce horas no es el mejor para irse a pasear porque las fuerzas achican pero aún quedan unas cuantas cosas por contar que no tardaré mucho en escribir 😉
Pueden ver más fotos de mi paso por Santiago de Chile haciendo click aquí.
Me gustan las crónicas de regreso de viajes, y esta me ha gustado mucho 🙂