Mi tiempo en Wellington se acababa y decidí tomar camino a la isla sur, mi plan inicial era pasar doce días en la isla norte y luego seguir a Australia pero Sara (una palmera que vive en Wellington y que me acogió en mi visita) me sacó de mi error y me recomendó que hacer por la isla sur.
Aún a costa de perder los cien euros de mi vuelo tomé la decisión de estar unos días más por Nueva Zelanda y descubrir la isla sur, me salía más a cuenta perder ese vuelo que volver de Canarias a Nueva Zelanda en un segundo viaje.
En un principio pensé en volar a Christchurch y empezar desde ahí la ruta pero al final decidí pillar el ferry a la isla sur. Entre las dos compañías que operan la ruta de Wellington a Picton, yo elegí Blue Bridge aunque tardaba un poco más pero era más barata, si no recuerdo mal pagué 45 kiwis (dólares neocelandeses) que al cambio eran unos 26€.
La terminal de los ferries está pegada a la de trenes al norte de la ciudad pero como Welligton es «pequeña» (como Las Palmas de Gran Canaria) se puede considerar centro.
Llegué sin el voucher de internet y cuando se lo expliqué al señor de facturación me dijo «you must be Carlos, rite?» como si el tipo me conociera de toda la vida, en la facturación permitían facturar como en los aeropuertos dejando tu maleta o mochila en una cinta transportadora para recogerla en la isla sur.
El pibe me dió mi «tarjeta de embarque» y aluciné en colores:
Que quieren que les diga, en la vida me habían dado un cacho de plástico naranja como tarjeta de embarque, hay que reconocer que es original a más no poder.
En la sala de espera conocí a dos chicas alemanas que estaban recién llegadas de Alemania y se iban a pasar un mes en la isla sur (lo siento chicos no hay fotos de las chicas).
Después de esperar un ratito cogimos camino al barco y menuda sorpresa cuando veo el barco, no era el Benchijigüa express de Fred Olsen justamente, más bien se parecía al viejo Benchijigüa pero a mi mientras me llevará y me trajerá me daba igual, así le daba un toque de aventura al viaje.
La primera impresión fue el olor a animal en la bodega del barco, para ser más exactos a oveja, pero por suerte en la cubierta de pasajeros no habían olores :).
Una vez ya dentro del barco nos instalamos en unos sillonacos de la cafetería del barco en la popa durante casi tres horas que duró el trayecto hasta casi llegar a Picton.
La verdad que las vistas tanto a la salida de Wellington como a la llegada a la isla sur son preciosas, una pena que el día en la isla norte estuviera bastante malo pero por suerte el mar estaba como un plato.
La otra razón por la que no salí del barco fue que hacía frío para María y para quién la cría o como diríamos en Canarias «hacía un pelete del carajo viejo» pero claro si voy en mayo a Nueva Zelanda no podía esperar estar en manga de camiseta.
Una vez llegado al puerto hay un montón de sitios para alquilar coches, ir en guagua (autobús) a Nelson es una media odisea porque hay pocas frecuencias y la verdad que si vuestro plan es directos a Wellington iría en avión directo pero allá cada uno.
¿Merece la pena cruzar de una isla a otra con el coche?
En mi opinión es una tontería del tamaño de un piano de cola si te estás moviendo con coche de alquiler, vas a tener que pagar casi noventa euros que vale al cambio a no ser que tengas una oferta muy gorda no merece la pena.
En el caso de que vayas con furgoneta es otro asunto compadre, si las cosas que has acumulado durante el viaje no te van a entrar en un macuto o si vais varios en la furgoneta es cuestión de estudiarlo.
En Picton hay cantidad de concesionarios como comentaba antes, yo volví a acudir a la gente de Ace Rentals pero está vez pedí un «Premium Compact» que era un coche japonés chiquito que Rob, el manager de Ace Rentals en Wellington, me aseguro que era automático pero resultó que no lo era.
Yo quería un coche de marchas automáticas porque bastante tenía con conducir por la izquierda como parar estar cambiando las marchas al revés, así que me volvieron a dar otro Nissan Sunny pero este «sólo» tenía 100,000 kilómetros, el de la isla norte tenía 200.000 km, y para colmo de males tampoco tenía lector de CD así que me tocaría otra semana escuchando tertulias sobre el campo y las ovejas en AM.
Pillé el coche y tomé camino para continuar con mis aventuras por la isla sur, pero eso será en el siguiente post ;).
Para terminar os dejo un vídeo de la llegada a Picton:
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