Una de geysers y cataratas bestiales en Islandia

Como hace un año del día que salí a Islandia como embajador canario creo que es una excusa fenomenal para retomar el diario del viaje que se quedó en algún lugar del olvido.

Teníamos el día libre hasta las seis de la tarde que teníamos los castings así que decidimos alquilar varios coches para hacer una excursión por los alrededores de Reykjavik para ver algo más del país a parte de su capital durante nuestra semana allí.

Salimos bastante temprano para aprovechar el día y decidimos visitar los geysers y la catarata de Gulfoss que se encuentra en el suroeste del país.

Afortunadamente no hacía un mal día para ser finales de octubre en Islandia, no llovía mucho y teníamos tres grados de temperatura, que eso para los islandeses es un calor del carajo.

Por el camino nos encontramos de todo desde invernaderos, refugios anticongelación (por si te fastidia el coche), hasta preciosos caballos islandeses.

Allí estábamos en los geysers, no era la primera vez que veía uno pero comparar la montaña del fuego de Lanzarote con esto era como comparar el Clio de mi madre con un Ferrari.

Sin el hombre del cubo y el frío que hacía en esa llanura la verdad que tenía menos glamour que el Timanfaya pero la verdad es que era un sitio la mar de curioso:

Después de comer algo seguimos camino a las catatas de Gulfoss, y menuda catarata compadre, según la wikipedia echa 130 metros cúbicos de agua por segundo y es sencillamente impresionante, pero lo que realmente era impresionante era el frío que hacía por la corriente de viento que daba la catarata, podía haber tranquilamente diez grados menos de diferencia térmica.

Vea un palmero congelado viendo el agua correr.

Os dejo un vídeo con varios clips hechos ese día que a lo mejor os puede gustar y espero escribir un par de posts más sobre lo que fue esa maravillosa semana en Islandia.